Acerca del autor

Tabs y una Pentax sobre fondo verdecito en Rivendell

Este tipo de blogs personales guardan en su interior dos objetivos principales. El primero es el desahogo del escritor, que utiliza la herramienta tecnológica como una excusa para vomitar por sus dedos lo que su cerebro no quiere contener durante mucho más tiempo. La segunda es una expresión de vanidad egocéntrica, en la que el escritor ofrece al mundo su vómito, con la esperanza de que el lector ocasional encuentre algo de belleza, verdad o inteligencia entre los grupos de sus desvaríos. La primera función se dá por sentada. Para la segunda es importante escenificar el busto del vanidoso, focalizar la imagen del-que-escribe en un ser humano al que culpar por dejar todo echo un desastre y no avisar al encargado de la limpieza.

Mi madre dice que mi nombre es Alejandro, aunque ella me llama Álex. Supongo que es más corto. Generalmente respondo a cualquier variante que no implique el cambio de ninguna consonante del vocablo "Tbs": tabs, tabis, tabus, tubs y ocasionalmente (y excepcionalmente) tabloide son algunas de las variantes más escuchadas. Me respaldan 27 años de errores, meteduras de pata, caídas y tropezones y actualmente me encuentro saltando entre Bournemouth (que viene a ser como un pueblito de The Shire) y Heidelberg (un Rivendell en toda regla), fotografiando cosas feas (para que nadie le eche la culpa al fotógrafo) y gente bonita, rescatando canciones de las viejas con la ayuda de un piano ligeramente desafinado (que purismos a parte le da un toque "a viejo" tan maravilloso que casi se puede oler la música) que alguien puso en mi pasillo y haciendo las veces de PhD student (que es por lo único que me pagan). En el poco tiempo libre que me dejan mis Ocupaciones Absurdas disfruto leyendo algún que otro librejo no-relacionado-con-mi-research y vivo secretamente enamorado de dos elementos capitales: mar (al que se llega fácilmente en cinco minutitos desde mi casita británica en la comarca) y el bosque (al que, con algo más de esfuerzo, se llega en un periquete de entre 5 y diez minutos desde mi casita germánica en la ciudad de Rivendell). Soy natural de la capital mesetera, aunque mi familia insiste en que la sangre es andaluza. Un claro y desesperado intento de despreciar la parte conquense, que también está. Personalmente, me gustan más los zarajos que el pescaíto frito, aunque no le hago ascos a un buen salmorejo con jamón serrano, me privan las gambas blancas de Huelva y la cervecita tiene que estar bien tirada o si no pues mejor un vinino del Priorat (con lo que la balanza debe estar rollo 75-25). La música me pone bastante e intento que nunca me abandone. Lo que mejor me entra o es jazz o es blues, y después en la cola le siguen los metaleros de los finales de los 60, que aunque estén muertos nunca mueren. Viajar siempre es maravilloso, y el que diga que "le gusta viajar" es que es un pesao. Mi sushi gusta bastante, aunque menos que mi tortilla de patatas. El secreto está en echarle un poco de azúcar a la cebolla en el último minuto de cocción. Me gusta llamarlo "cariño", esencia fundamental de la cocina. Me gusta escribir porque hablar sin presiones temporales o sociales es siempre divertido. Es un desahogo vanidoso, como explicaba al principio, en el que la vanidad se desvanece poco a poco dejando, en esencia, una vía directa cráneo-teclado con la que desligar (supongo que se aplica una especie de no-cloning-theorem psicológico) las cosas inquietantes que pasean por allí arriba.

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